Delta del Ebro

Desde el 4.000 a.C., el Delta del Ebro ha venido evolucionando y desarrollándose hasta llegar a tener la morfología que hoy vemos. Una extensión de 320 km2 que constituye uno de los hábitats acuáticos más extensos de las tierras catalanas y una importante zona húmeda del Mediterráneo que forma parte de la Convención de Ramsar.
Al estar allí y recorrerlo, te encontrarás con distintos ambientes que han ido conformándose entre las masas de agua, arena y barro del Delta. Verás zonas de lagunas rodeadas de cañizos y juncos, terrenos salinos o salobrales, zonas de playas largas y desiertas con sus dunas y faros, bosques de ribera o manantiales de agua dulce donde crecen los nenúfares.
Una de las cosas que llama mucho la atención del Delta del Ebro es la armonía que lucha por prevalecer entre los extensos arrozales que cubren buena parte de su planicie y el resto de los ambientes naturales de este lugar.
Los arrozales llegan a convertirse en protagonistas fundamentales del paisaje, señalando los cambios estacionales. Así, cubren de verde intenso el paisaje durante el verano, dando paso tras la siega, antes del invierno, a los colores terrosos de los campos. Así se mantienen, en espera de ser inundados por las aguas, durante la primavera, cuando vuelve la época de siembra. Transmiten un marcado carácter a este lugar.

Regreso a galerías de España

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