El lagarto

Siempre recordaré la primera vez que vi en plena Naturaleza un caimán como este – Alligator mississippiensis (Daudin, 1801). Era en pleno verano en Everglades National Park en Florida. Eran mis primeros días en Florida y desconocía la enorme concentración de mosquitos que puede haber en pleno verano. Vi aquél animal a no más de 5 metros de mi coche. Paré el coche y me propuse salir de él. Abrí la puerta asomé mi pierna para bajar y, en pocos segundos, toda aquella parte de ella que quedaba al descubierto de mi pantalón corto se convirtió en una masa de color oscuro. Eran miles y miles de mosquitos que habían encontrado un desprevenido por allí.

Alligator mississippiensis (Daudin, 1801) – Alligator

Está claro que no fue ni el momento ni la ocasión para familiarizarme con la conducta de la especie. Pero las ocasiones se repitieron y llegué a conocerlos muy bien. Tanto que me ha permitido, cuando la ocasión se ha presentado propicia, hacer esta fotografía que hoy os muestro.

¿Qué tiene esta que no tengan otras? Simplemente el punto de vista y el movimiento del animal. No es frecuente verles caminar por tierra y tampoco el ángulo de la toma.

La escena capturada está totalmente provocada. El “alligator” en cuestión se encontraba tomado el sol plácidamente cerca de un arroyo y me dije voy a probar suerte con este. Me recosté a su lado con un brusco movimiento, cámara en mano y de forma provocativa. Él me miró, levantó la parte trasera de su cuerpo y con un “¿qué hace este loco?” se tiró al agua. Durante todo este proceso no dejé de disparar ráfagas con mi cámara, obteniendo una serie de imágenes de entre las que he escogido esta que muestro. Sabía que no iría contra mí, sabía que simplemente huiría, a pesar de todo no me la jugué. Era un “alligator” no un cocodrilo americano, aquél me hubiera hecho añicos.

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