Las iglesias pintadas de Rumanía

En la región rumana de Bucovina existe un conjunto de monasterios declarados por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad. Su principal característica es la cobertura total de sus muros exteriores por frescos de vivos colores y gran expresividad.

Bucovina situada al norte de Rumanía, lindando con Ucrania, es una región montañosa, en las estribaciones de los Cárpatos, con bosques de hayas, pinos y abetos, misteriosos valles cubiertos por la niebla y agrestes desfiladeros que la comunican con Transilvania.

Durante el siglo XV y principios del XVI se construyen recintos monacales fortificados en estos magníficos entornos naturales con abundancia de ríos y zonas boscosas, entre suaves colinas siempre verdes, dulces colinas como las describiría el poeta romántico rumano Mihai Eminescu. Encontramos más de quince monasterios muy bien conservados, declarados por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad.

Datan de la época de lucha contra los turcos, son costeados por príncipes o nobles, obteniendo a la par sepultura y plegarias para la eternidad, y siendo vehículo para la educación del pueblo en la fe ortodoxa que había que defender de la invasión otomana.

Se trata de recintos fortificados con murallas, en ocasiones con torreones y contrafuertes. A lo largo del muro se encuentran los almacenes, talleres y celdas, la iglesia se sitúa en el centro del recinto, generalmente de planta trebolada o triconque, con grandes aleros de madera para preservar lo más característico de estos monasterios, los frescos exteriores.

La iglesia está construida dentro de la tradición bizantina pero con elementos -ventanas, arcos, puertas- góticos y de transición al renacimiento. Algunas disponen de una sala del tesoro escondido, escondedero, situada encima de la cámara funeraria, para proteger los objetos valiosos de los saqueos de invasores. La cúpula de la naos es el cielo, esta cúpula, donde se coloca a Cristo Pantocrátor, aparece a distintas alturas, tiene una medida diferente según la categoría del fundador -príncipe o noble-, a mas categoría mayor altura. Otra característica del exterior de la fachada es el exonártex, pórtico abierto, algunas iglesias tienen otro interior, nártex o endonártex.

La iglesia ortodoxa se caracteriza por la profusión de pintura mural para mostrar y educar a los fieles durante los días de festividades religiosas, pero aquí, en esta zona de Rumania hablamos de monasterios pintados por estar recubiertos tanto en su interior como en el exterior, auténticas biblias ilustradas y crónica de la lucha contra los turcos, pintadas minuciosamente con colores que aún se mantienen vivos y fuertes.

Las continuas y abundantes lluvias en primavera y otoño, el riguroso invierno con el azote de los vientos esteparios y las grandes nevadas, así como el intenso calor veraniego; el sometimiento de las pinturas a la intemperie a lo largo de los siglos, ha supuesto el deterioro de los frescos de las fachadas norte, conservándose extraordinariamente el resto de las fachadas, especialmente los situados al sur a pesar del tiempo, las invasiones y guerras.

La técnica empleada era el fresco, preparando diariamente unos cuatro metros cuadrados. Los ricos colores se consiguieron a base de pigmentos minerales mezclados con hollín o carbón vegetal para contrarrestar la disminución del color por la rápida absorción de la cal; se empleaba también vinagre, huevos y miel. Los detalles, caras e inscripciones se añadían en seco.

El ocre rojo característico del monasterio de Humor se consigue de tierras con óxido de hierro. En el monasterio de Sucevita predomina el rojo de óxido de plomo y el verde de carbonato de cobre. Es precioso el azul de carbonato de cobre inestable, y especialmente el renombrado azul voronet, del monasterio con este nombre, elaborado con lapislázuli, aunque se cree todavía un misterio debido al cambio del mismo según el estado de humedad ambiental. El amarillo ocre de arcillas con óxido hidratado de hierro destaca en Moldovita, así como los dorados característicos de iconos y mosaicos que también encontramos en los frescos.

Estas pinturas armonizan las características de la pintura bizantina con modelos occidentales y la expresividad y coloración popular. Son realizadas por pintores generalmente anónimos que reflejan horror vacui (1) en todas sus composiciones. Se consideró que los pintores no podían guiarse por su propia inspiración, no se podía tratar un mismo tema de diferentes maneras, incluso se crean manuales para que no haya error o confusión a la hora de representar. No obstante, en esta zona, a pesar de la repetición de los temas en casi todos los monasterios y la parecida forma de representación, están muy influenciados por los aspectos locales, lo que aporta vivacidad, espontaneidad y personalidad como elemento diferenciador.

Las pinturas exteriores mejor conservadas en su conjunto se encuentran en el monasterio de Sucevita. En la fachada norte se representa la Escalera de las virtudes, composición de considerable tamaño, dividida en diagonal por una gran escala por donde asciende los justos que siguen el camino de la perfección, y que son animados y confortados en su ascensión por ángeles perfectamente ordenados en filas. De esta escalera caen los pecadores que intentan no ser arrastrados al caos por demonios que tiran de ellos.

El Himno de la Misa Votiva, está representado en varios monasterios, el mejor conservado está en el monasterio de Moldovita, dividido en 24 escenas que representan distintos momentos de la vida de la Virgen, se trata de una oración de agradecimiento y glorificación. Debajo de los aleros hay más de cien nichos, en cada uno se representa un angel. Los espacios entre nichos o entre arcos están decorados con grecas y motivos vegetales, así como representaciones en abstracción de la Santísima Trinidad. Es herencia de la iconografía bizantina simbolizar a la Trinidad con tres ángeles, y en esencia se representan tres pares de alas, como podemos ver en La Iglesia celestial, son imágenes de santos y grandes figuras de la Iglesia, tiene la función de educar en la fe, mostrar ejemplos a seguir. Las figuras son detalladas tienen vida y movimiento, sus ropajes son esplendidos. San Jorge y otros santos montados a caballo, son de gran expresividad, semejan los pasos y los saltos de los caballos cartujanos. En los fondos de las escenas figuran escenarios arquitectónicos -castillos, palacios-, así como paisajes. Precioso es El sitio de Constantinopla, con una función sociopolítica, simbolizando el deseo de los rumanos de librarse de la dominación otomana, con infinidad de personajes, grupos de lanceros a caballo que dan profundidad a la escena, y cañones atacando por tierra, barcos con soldados pereciendo en un mar embravecido, arqueros lanzando flechas desde los torreones, la reina y las damas contemplando el ataque, y obispos con sus vestiduras portando reliquias.

El árbol de Jesé, también representado en muchos de los monasterios, es el árbol genealógico de Jesus a partir de Jesé, padre del rey David, muestra su origen humano y su ascendencia divina, y es símbolo de la continuidad del Antiguo Testamento y del Nuevo. De Jesé, que esta tumbado en el centro de la parte inferior, salen ramas que van ascendiendo por toda la composición dispuesta a modo de tapiz o alfombra oriental, rodeando a las distintas figuras que resaltan sobre el color azul Voronet. Alrededor están representados los filósofos y sabios de la antigüedad.

El juicio final está representado en todos los monasterios, pero es destacable el de Voronet, es una magnifica composición que ocupa todo el muro oeste, se divide en cinco registros . Sobre el famoso color azul destacan rojos y amarillos con abundancia de dorados. En la parte superior, un pantocrátor, con escenas de la creación, el siguiente registro representa una deixis, con Cristo en el trono acompañado de la Virgen y San Juan Bautista, rodeado de ángeles y con santos sentados a ambos lados, a los pies de Cristo mana un rio de fuego. Más abajo el Espíritu Santo en forma de paloma, la cruz y la biblia, de aquí surge la mano de Dios con una balanza pesando las almas de hombres, a un lado están los santos defendidos por los ángeles que portan lanzas para apartar a los demonios, y al otro los pecadores. Los ángeles tocan el Bucium, instrumento usado por los pastores rumanos, haciendo que los muertos salgan de sus tumbas, animales salvajes traen restos que se habían comido. En el registro más bajo el rey David toca el Cobza Moldavo, a un lado se sitúan los justos a los que San Pedro les abre las puertas del cielo en el que están la Virgen con ángeles y santos; al otro lado el infierno con Cerbero y a su izquierda el mar simbolizado por una sirena montada en un delfín.

A todo este colorido de sus fachadas le acompaña, complementa y armoniza, el paisaje en el que están enclavados, la atmósfera que les rodea, un cielo de una pureza y un azul intensísimo y el verde vibrante de la vegetación, siempre que la niebla, que todo lo matiza y envuelve, no le aporte ese aire enigmático alejándolos aún más en el tiempo.

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(1) La expresión latina horror vacui (literalmente ‘miedo al vacío’) se emplea en la historia del arte, especialmente en crítica de la pintura, para describir el relleno de todo espacio vacío en una obra de arte con algún tipo de diseño o imagen. Es una de las características generales del embaldosado matemático o de los densos campos de relleno en los diseños entrelazados celtas. Wikipedia

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